lunes, 2 de junio de 2008

Impacto de la separación entre la Filosofía y las Humanidades, de las Ciencias de la Naturaleza

Con el triunfo de la Filosofía en el mundo occidental, la idea de razón alcanzó una dimensión de carácter hegemónico y preeminente. Junto con los sistemas filosóficos, de base moderna, la razón devino en factor unitario y central de carácter invariable. El influjo de la física newtoniana contribuyó con una nueva manera de percibir la realidad; realidad que se supuso posible aprehender gracias al pensamiento, en cuyo centro giraba la razón. Asimismo, la influencia de Newton hizo que lo observable se tradujera en lo dado, es decir, el dato, mientras que la ciencia creyó encontrar en el principio, o en todo caso, la ley, las regularidades, tanto en términos espaciales como territoriales. Empero la idea de razón cambió en el sentido de su desenvolvimiento. Si desde sus inicios se le consideró como una posesión propicia para ser aprehendida por individuos excepcionales, con la ilustración se le asoció con adquisición; en consecuencia, como una energía posible de ejercitar y que, además, serviría de fundamento para algunas funciones del pensamiento científico. Estas funciones tenían que ver, y aún lo tienen en los discursos pedagógicos, con: juntar y separar, analizar y medir, observar y comprender.
Desde esta perspectiva el individuo comenzó a ser definido como el portador de una facultad fundamental y con la que estaba capacitado para comprender el funcionamiento de las estructuras. El sujeto racional pasa así a representar un ser capaz de hacer inteligible la realidad objetiva, por sí misma fuera del sujeto cognoscente. Gracias a aquella facultad, éste tendría la capacidad de reconstruirla al copiarla en su totalidad, mediante modelos que puede construir. Desde este nivel sería posible la ordenación, la jerarquización, la clasificación, de los distintos hechos o fenómenos acaecidos en el mundo externo del sujeto.
La búsqueda incesante de un nuevo orden se convirtió en uno de los anhelos y principios rectores con vistas a la configuración de una nueva estética. El conocimiento, desde entonces, ha sido apreciado como una expresión de ese orden. Éste, ha funcionado como una ley anónima, impersonal y suprema que rige todas las cosas del universo. La idea de orden ha significado una verdad única con la que se jerarquiza, clasifica y, además, reúne en un todo causas únicas que producen efectos únicos.
Los estudios realizados acerca del desarrollo de la ciencia han dado cuenta que la noción de orden es parte del determinismo newtoniano, en la medida que se lee como causalidad. En tanto, el dualismo cartesiano, como los principios de la física newtoniana, se convirtieron en las premisas únicas de la ciencia. En el caso de la historia, en su vertiente nomotética, el determinismo sirvió de base para considerar que con el conocimiento de las tendencias o leyes primeras sería posible verificar el porqué del presente y por medio de este ejercicio gnoseológico, controlar y calcular el futuro.
Todas las determinaciones señaladas han tenido en la razón y el racionalismo su sustento natural. La versión ilustrada de la razón, la humanista, fue difundida desde la economía y la manipulación. Con la preeminencia de lo económico se creyó vivir en los albores de la liberación humana; no obstante, los valores de la economía se desviaron hacia el rendimiento, la eficacia y la plusvalía. Es posible determinar, de este modo, que el triunfo de la razón instrumental desvió las disposiciones futuras hacia la homogeneización mercantil, la jerarquización y la fuerza del orden.
Con el racionalismo moderno se vendió la idea de que las sociedades se encaminaban hacia un orden absoluto, la armonía, la concordia. Asimismo, esta racionalidad creyó en la emancipación del sujeto como la verdadera expresión del progreso y la racionalidad moderna.
El método se asoció con la teoría, a la vez que remitió a un conjunto de recetas y aplicaciones mecánicas que excluían al sujeto cognoscente. Esta determinación revela hoy la herencia del dualismo cartesiano, por una parte, y, por otra, la creencia firme en la existencia de una realidad que nos constriñe, y que al mismo tiempo se encuentra separada del sujeto que la estudia; pero, que con los modelos epistemológicos que ha construido, el sujeto podría aprehender en su totalidad sus determinaciones y relaciones.
Al lado de las estrategias de objetividad se ha venido pensando el mundo como espacios separados y propicios para su estudio.
El legado de las representaciones científicas y culturales de la modernidad revela, un orden del mundo configurado de acuerdo con el orden del pensamiento, con el que se ha reflexionado el mundo.
La Modernidad creó su discurso con base en los éxitos científicos que se dieron desde Copérnico y Galileo, y que se siguieron con los descubrimientos de la física de Newton y Einstein; los conocimientos generados por estos científicos se mostraban como únicos e irrefutables. La escuela de la época, afianzada también en el saber clásico, consideraba esta otra forma de estudiar la realidad: desde los criterios de la ciencia experimental, en especial los de la física, gracias a la cual se lograron, como nunca antes, grandes avances en el estudio del universo. Esta perspectiva científica sigue dominando el mundo de la investigación y, por supuesto, el contexto de la escuela. A partir de estos avances podemos preguntarnos cuál fue el papel de la institución educativa durante la Modernidad. La respuesta es que, en cierta medida, la escuela se convirtió en tributadora de la ciencia y de los avances de ésta en cuanto a los logros alcanzados en los campos científicos y tecnológicos. El conocimiento veraz y certero era, sin ninguna discusión, el que la ciencia experimental propiciaba, y en tal sentido, la escuela debía validarlo sin necesidad de cuestionarlo y mucho menos de someterlo a la duda; al menos ese pareció haber sido el rol desempeñado por los maestros durante muchos años en la historia de la institución educativa. El empirismo de Bacon y Locke y el positivismo de Comte conocieron, defendieron y difundieron a la ciencia experimental como el conocimiento resultante de la investigación y de la experiencia; estas corrientes presentaron a la ciencia experimental como el único saber válido, demostrable y transmisible.

No hay comentarios: