viernes, 10 de octubre de 2008

RESOLUCION DE CONFLICTOS (Propuestas pedagógicas para la intervención)

La educación puede constituirse en un factor para facilitar la construcción de una sociedad más justa, menos violenta, más participativa y con mejores posibilidades de crecimiento. Por ello, es imprescindible comprender que para mejorar el tratamiento de los conflictos es necesario que los docentes aprendan a usar la educación socio-emocional con la finalidad de evitarlos, resolverlos y en todo caso aprovecharlo para educar socio-emocionalmente.
Los conflictos van ligados a ausencia de competencia socio-emocional, y pueden ser considerados en algunas situaciones para ejemplificar practicas y acciones que corrijan actitudes inadecuadas y fomenten hábitos pro-sociales.
Por ello es necesario e imprescindible:
- Manejo de la situación (control) para poder plantear objetivos académicos o de otra índole. Este puede ser ser mínimo pero suficiente, y deberá sustituirse procesualmente por el autocontrol. A continuación se consideran cuatro herramientas básicas que ayudan a mantener el control el aula:
1. Establecimiento de límites; entendiendo por límites la frontera entre conductas adecuadas e inadecuadas que cada profesor y cada grupo establecen.
2. Advertencias: Son avisos a realizar cuando se incumplen los límites establecidos, y su finalidad es conminar al alumno a que cambie su conducta para evitar la aplicación de sanciones.
3. Compromisos: Suponen oportunidades para el alumno a fin de evitar sanciones.
4. Sanciones. Son la consecuencia necesaria a aplicar cuando un alumno sigue un rumbo inadecuado, a pesar de haberle advertido y ofrecido la posibilidad de eludir la sanción mediante un cambio o compromiso. Tienen carácter formativo y así deben ser aplicadas y explicadas a los alumnos.

-Relaciones interpersonales: el tiempo y el espacio de la clase está impregnado de interacciones sociales entre alumnos y profesores y en muchas oportunidades se convierten en la principal fuente de conflictos como de satisfacciones. Para el logro e incremento de éstas, existen herramientas fundamentales que conducen a las relaciones gratificantes:
1- Respeto. Es la muestra más representativa de reciprocidad y asertividad. Respetarse mutuamente significa hacer valer los derechos propios como los del alumno.
La mayoría de las interacciones en la clase pueden y deben ser reguladas por estos principios. Aunque el profesor tiene encomendado un rol diferente al de los alumnos, gran parte de su misión puede ser cumplida simplemente demandando al alumno lo mismo que él ofrece: respeto.
2- Empatía. Es algo más que el respeto. Supone ponerse en la perspectiva del otro ya sea un alumno o un profesor. La empatía crea ambientes cálidos y amables, donde la ayuda y la comprensión mutuas rompen barreras y antagonismos, independientemente del rol que cada uno tenga asignado.

- Rendimiento. Es el objetivo fundamental hacia el que está dirigido todo el proceso, pero no debería circunscribirse solo a lo cognitivo. Debería procurar el rendimiento académico óptimo de todos y cada uno de los alumnos, lo cual no significa que todos deban rendir lo mismo, sino el máximo dentro de sus posibilidades.
Es importante estimularlos a través de logros socio-emocionales, especialmente a aquellos que no consiguen éxitos académicos. Se sabe que no se puede conseguir que todos sean buenos estudiantes pero sí es exigible que todos sean buenas personas, en el sentido valoral de la palabra. Para que tengan un buen rendimiento académico los docentes pueden utilizar recursos como:
1- Motivación: lograr que quieran trabajar. Todos los esfuerzos que el profesor invierta en motivar a sus alumnos, los ahorrará en controlarlos. A mayor motivación, menos control.
2- Atención: Estar en el aula no es sinónimo de estar en clase. Hay alumnos que están físicamente en el aula, pero su mente está en otro sitio. La falta de atención genera gran parte de los conflictos: sólo cuando un alumno centra su atención en el desarrollo de la clase y participa activamente en ella, se puede decir que está realmente en clase. Tenerlos en el aula es una oportunidad para captar y mantener su atención, mediante el control de las corrientes atencionales y la mejora continua de los niveles atencionales conseguidos.
3- Atención a la diversidad: El rendimiento académico que cada alumno difiere con el de los demás. La adaptación de objetivos, contenidos, metodología y criterios de evaluación es un requisito inexcusable para atender adecuadamente la diversidad de capacidades e intereses presentes en cada aula. La adaptación a las características del alumno, para obrar en consecuencia planteando una enseñanza “posible”, aumenta notablemente las posibilidades de que se “enganchen” y no queden excluidos.

-Crear un buen clima de clase. El clima de clase es el contexto social inmediato en el que cobran sentido todas las actuaciones de alumnos y profesores. Un ambiente de trabajo y convivencia pacífica hace que a los perturbadores se les dificulte y los que quieren trabajar les sea más fácil, pero sobre todo tiene especial importancia para determinar hacia dónde se inclinan los dubitativos, instalados en la zona de incertidumbre, si hacia el lado del trabajo y la convivencia, o hacia el lado del fracaso académico y la disrupción

-Actuar por principios. Con demasiada frecuencia, el profesor espera a que aparezca un problema de conducta para aplicar intuitiva e improvisadamente determinadas medidas. Este funcionamiento por ensayo y error provoca a menudo contradicciones que generan en el alumno desorientación, que puede ser evitada si se siguen de forma habitual principios de actuación coherentes que guíen todas las intervenciones. La eficacia de la gestión de la convivencia depende no tanto de qué tipo de estrategias se utilizan, sino de los principios en que se sustentan, de modo que la efectividad no se resiente si se sustituyen unas por otras basadas en el mismo principio.

- Educación en valores. Cualquier propuesta para la gestión positiva de los conflictos pasa necesariamente por una educación en valores donde se trate de educarlos en el reconocimiento de la dignidad de toda persona, en el derecho al ejercicio de la ciudadanía; donde el alumno participe en la vida pública y deliberación por el interés común de una convivencia sana en la institución escolar. En definitiva se pretende que los alumnos adquieran en las escuelas los contenidos mínimos de una educación ética.

-Propiciar el aprendizaje cooperativo, donde los objetivos de los participantes se encuentran vinculados de tal modo que cada uno de ellos puede alcanzar sus objetivos sí, los otros alcanzan los suyos. El tipo de aprendizaje cooperativo es donde el resultado final depende de la actuación de todo el grupo. Suele ser superador de problemas de convivencia que se derivan de mantener en las escuelas una forma de vida competitiva e individualista.

-Autocontrol emocional. Los alumnos deben conocerse a si mismos, tomar conciencia de estados internos, emociones, sentimientos, impulsos, etc. para poder aprender a controlarlos.


El abordaje de la conflictividad escolar requiere necesariamente de intervenciones globales, desde distintos ámbitos (familiar, escolar, análisis critico de los medios de comunicación, etc), con lo cual si nos centramos en un solo aspecto las intervenciones serán parciales y contaran con una menor garantía de éxito. Por otro lado, demanda la intervención desde distintos contenidos, es decir, deberán plantearse actuaciones en conjunto.
Es necesario comprender que la nueva alfabetización en las escuelas además de la preparación en los avances de la ciencia, en el conocimiento de otras lenguas, en el dominio de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, reclama también la mejora de las relaciones interpersonales entre alumnos, entre profesores, entre profesores –alumnos y entre padres-profesores, por lo tanto será necesario la intervención en resolución de conflictos que nos permita garantizar una sana convivencia..., en definitiva una nueva educación que pasa necesariamente por la educación en valores.

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