martes, 8 de julio de 2008

MODERNIDAD vs. POSMODERNIDAD

Estamos inmersos en una crisis que tiende a cuestionar lo objetivo y perdurable de las grandes teorías de la modernidad así como sus concepciones básicas de tiempo y espacio. Podemos aseverar que la actualidad es una etapa donde el desarrollo histórico de la construcción social del espacio se ve fragmentado por las contradicciones impuestas por los ideales de desarrollo homogéneo que, al no soportar sus propias contradicciones espaciales degeneraron en un desarrollo geográfico desigual.
Nuestra sociedad ya no es "moderna" pero aún persisten creencias de la modernidad que se van disolviendo rápidamente.
A la posmodernidad podríamos caracterizarla como el pensamiento de la incerteza, de la duda, de la inestabilidad, de lo no duradero. El saber parece dominar la razón social por la vía de la comercialización de sus productos. Todo puede ser mercancía.
Lo "moderno" se manifestó con la Ilustración del siglo XVIII y, en política, con las revoluciones burguesas liberales: la Revolución Francesa, Americana, las Latino-Americanas, y con las Revoluciones Socialistas: la rusa y la china. Sus antecedentes se encuentran en el Racionalismo del siglo XVII y en el Renacimiento. La idea fundamental que acompañó este proceso fue el concepto de "progreso"; se creía que la Humanidad podía progresar indefinidamente si el hombre llegaba a conocer las leyes básicas - físicas, biológicas, psicológicas, históricas, etc., que rigen la naturaleza y la vida humana individual y colectiva. En ella, se encontraban las líneas de unión que marcan la incidencia del tiempo en la producción de los sucesos, no como en la actualidad, donde las situaciones aparecen rotundamente y de un solo golpe. Vivimos una época en el cual la inmediatez de la catástrofe y los hechos no se pueden analizar ni reflexionar por la rapidez con se suceden, hundiéndonos en la indiferencia y la parálisis. A los psicoanalistas les preocupa las "patologías del acto" (1) que se manifiestan en la adolescencia con mayor frecuencia y es cuando aparecen los trastornos de la alimentación que comprometen al cuerpo en diversas dimensiones. Sujetos que muestran un cuerpo sufriente, ya sea por la bulimia, anorexia, alcoholismo o drogadicción. Y es, esta etapa, la que implica un tiempo de vacilación y reposicionamiento subjetivo de la personalidad. Por ello, cada vez que existe trauma social -por acontecimientos de crueldad y aniquilamiento- ; éstos producen miedo o enajenación y atacan la subjetividad de los jóvenes. Esto se asocia a la falta de disciplinamiento y control que se observa con la desaparición de la función mediadora de la familia quien en la modernidad tenía como especificidad el establecimiento de los primeros vínculos de afectividad y protección, a través de la primera socialización e internalización de las normas y valores.
En la actualidad no se puede contener y menos resolver la violencia que la cultura ejerce sobre la persona produciendo en muchos casos efectos devastadores.
La violencia reaparece en las formas más crueles, como destrucción del otro y, sobre todo, como autodestrucción. El desamparo se manifiesta no solo en el debilitamiento de los lazos afectivos, sino por sobre todo, en la absoluta inconsistencia del sujeto para afrontar un modelo que se centra en los objetos y en la necesidad imperiosa de cumplir el deseo consumista.
Garretón cuando se interroga ¿en qué consiste este tipo de sociedad post-industrial globalizada? plantea que la misma no se organiza en torno a la producción y al trabajo y la política, sino en torno a la comunicación y al consumo. Aclara "no es que no exista la producción sino que su base es la comunicación. De tal forma que para la gente el lugar de encuentro dejó de ser la fábrica, el partido o la asamblea para pasar a ser los mails y los medios de comunicación de masas" . Y acota, que es normal que millones de seres humanos puedan presenciar una guerra en vivo y en directo por televisión. (2)
Esta competencia de los medios masivos de comunicación nos envuelve de incapacidad para generar un proyecto sano y conciliador entre las fuerzas espirituales y su expresión material; entre el hombre y su comunidad. Así como existió una corriente individualista "liberal" y otra colectivista que planteaba como solución el “igualitarismo” o “uniformidad” presentada ya sea en forma de un sistema totalitario o en su defecto democrático, en la actualidad estos aparecen con otro nombre, perfeccionados y muy bien coordinados para el bien común. Una conduce a la destrucción del individuo y por ende a la capacidad de renovación de las sociedades y la otra a la descoordinación de fuerzas y a la desaparición del proyecto colectivo común. Ninguna de estas dos opciones es válida, ya que ambas conducen a un mismo producto: la destrucción de nuestras sociedades.
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(1) PSICOANÁLISIS (Ensayos, introducción, etc). Subjetividad de la época. Adicciones. Revista semestral. 2003.
(2) GARRETÓN, MANUEL ANTONIO: En qué sociedad vivi(re)mos?. Tipos societales y desarrollo en el cambio de siglo.

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